Hay otros métodos para seguir editando libros en estos tiempos de crisis, como la edición por demanda o la edición de bajas tiradas para reducir los gastos y así mantener una edición cuidada y de calidad; solo hay que aplicar la imaginación. El mayor desafío lo tienen las editoriales independientes jóvenes ya que no cuentan con un capital económico que les permita afrontar esta crisis como sí lo tienen las grandes editoriales.
El siguiente artículo aborda este tema.
Fuente: revista digital Nuevas letras, en http://revistanuevasletras.com
Editar en tiempos de crisis
Apostar por la cultura y, más concretamente por la literatura, es arriesgado. Pero hacerlo en tiempos de crisis parece incluso cosa de locos. No obstante, y propiciado gracias a Internet, muchos valientes se han lanzado a la aventura de editar, y así, en los últimos años, hemos asistido a una explosión de nuevas editoriales.
“Creo que la búsqueda de lo nuevo y lo poco evidente es nuestro sello distintivo”, explica Ana S. Pareja, de Alpha Decay. “Trabajamos con gran entusiasmo, con una ética humana muy liberal y consecuente con las necesidades sociales actuales” afirma Julia de la Rúa, de Araña Editorial. “Editorial Candaya ha sido un exitoso vivero de nuevas e interesantes voces, que están dando mucho de qué hablar”, dice Olga Martínez. “Sin duda hemos aportado una buena cantidad de aire fresco”, confirma Donatella Lanuzzi, deEditorial Gallo Nero. “Nuestro objetivo es seguir siendo independientes y, a la vez, grandes”, asevera José Membrive, de Ediciones Carena.
Estas editoriales, junto a otras como Blackie Books, Errata Naturae, Capitán Swing, Periférica,Sexto Piso, Libros del Asteroide, Nórdica Libros, Impedimenta, Alfabia, Berenice y muchas más, han decidido ser valientes y apostar por la diversidad cultural y, con el tiempo, han conseguido consolidarse y encontrar su merecido hueco en el mercado. Y es que, como comenta de la Rúa, “en cualquier tiempo es vital emprender aventuras artísticas o literarias, pero en estos momentos es aun más necesario”. Ya no es sólo la crisis, opina Martínez, de Editorial Candaya, quien hace alusión a “la alarmante vulgarización de buena parte de la literatura, cada vez más apresada por los estereotipos de lo ligero que marca el mercado y por el abuso de las emociones más primarias y digeribles”.
Con este panorama, las editoriales independientes luchan por sobrevivir con su labor de diversificar la literatura sin perecer en el intento. No obstante, muchas no lo consiguen. “Siguen naciendo editoriales, pero un poco por ignorancia del sector” argumenta Lanuzzi, de Gallo Nero, “el margen ahora es muy pequeño, hay muchas editoriales y cuesta mucho vender libros”. “Por desgracia, cada vez menos gente se anima a lanzarse a esta aventura. La gente es cada vez más cauta y realista en lo relativo a las grandes inversiones”, dice Pareja, de Alpha Decay.
Además, no basta con editar libros, también hay que promocionarlos y, en este sentido, las pequeñas editoriales lo tienen mucho más difícil que las grandes. “A las editoriales independientes jóvenes nos cuesta mucho más acceder al mercado de distribución y promoción”, constata de la Rúa. “A veces tenemos la impresión de ir a contracorriente en el más difícil de los mundos posibles”, comenta Martínez.
Pese a todo, las editoriales independientes no se achantan y siguen realizando su trabajo con energía y entusiasmo. Habrá, quizás, que pensar nuevos métodos de supervivencia, nuevas formas, replantear cálculos, “redimensionar números, bajar el número de las tiradas”, como recomienda Lanuzzi, mantener el nivel de calidad y no bajar la guardia, reducir gastos y utilizar la imaginación. Todo con tal de seguir adelante, ya que, como opina Pareja, “las editoriales independientes hacen que el mercado del libro sea más variado, libre y apasionante”.
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